9/4/08

Propaganda (11)



En 1950, la Iglesia española creó un organismo especial con el propósito de calificar las películas de acuerdo con su contenido moral a partir de unos estándares más rigurosos que los de las autoridades oficiales. Se prestaba una especial atención a las películas consideradas como seriamente peligrosas desde el punto de vista moral. Los párrocos colgaban carteles en los vestíbulos de las iglesias advirtiendo a los fieles de qué películas no podían ver bajo ninguna pena de pecar, y los periódicos católicos se negaban a darles publicidad. Ningún filme fue más controvertido a mediados de los años cuarenta que la película norteamericana "Gilda", con Rita Hayworth. Aunque las autoridades civiles ya la habían censurado con severidad, su difusión provocó pastorales y protestas clericales, y varios grupos de católicos furibundos se manifestaron frente a los cines y llegaron a destrozar los carteles promocionales de la película. Todo aquel bullicio lo había provocado una única escena, aquella en la que la actriz se quitaba sensualmente un guante.

(William J. Callahan, "La Iglesia católica en España, 1875-2002")

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