22/4/08

Propaganda bajo una dictadura


PROPAGANDA BAJO UNA DICTADURA, por Aldous Huxley. Traducción de Luys Santa María. Tomado de Brave New World Revisited ("Retorno a un Mundo Feliz"), Capítulo V, 1958, publicado originalmente en web por http//:www.rebelion.org

En el proceso a que fue sometido después de la Segunda Guerra Mundial, Albert Speer, el ministro de Armamentos de Hitler, pronunció un largo discurso en el que, con notable sagacidad, describió la tiranía nazi y analizó sus métodos. "La dictadura de Hitler -dijo- difirió en un punto fundamental de todas sus predecesoras en la historia. Fue la primera dictadura del presente periodo de desarrollo técnico moderno, una dictadura que hizo un uso completo de todos los medios técnicos para la dominación de su propio país.

Mediante elementos técnicos como la radio y el alto-parlante, ochenta millones de personas fueron privadas del pensamiento independiente. Es así como se pudo someterlas a la voluntad de un hombre... Los dictadores anteriores habían necesitado colaboradores muy calificados hasta en el más bajo de los niveles, hombres que pudieran pensar y actuar con independencia. En el periodo del desarrollo técnico moderno, el sistema totalitario puede prescindir de tales hombres; gracias a los modernos métodos de comunicación, es posible mecanizar las jefaturas de los grados inferiores. Como consecuencia de esto, ha surgido el nuevo tipo de recibidor de órdenes sin espíritu crítico".

En el Mundo Feliz de mi fábula profética, la tecnología había avanzado mucho más allá del punto que había alcanzado en los días de Hitler; consiguientemente, los recibidores de órdenes tenían mucho menos sentido crítico que sus colegas nazis y obedecían mucho más al escogido grupo de donde las órdenes partían. Además, habían sido uniformados genéticamente y condicionados postnatalmente para que cumplieran sus funciones subordinadas, y cabía confiar, por tanto, en que se comportaran en forma casi tan previsible como se comportan las máquinas.

Como veremos en un capítulo posterior, este acondicionamiento de las "jefaturas de los grados inferiores" está ya en marcha en las dictaduras comunistas. Los chinos y los rusos no se limitan a confiar en los efectos indirectos de la tecnología creciente; trabajan directamente en los organismos psicofísicos de sus dirigentes subalternos, sometiéndolos, en mentes y cuerpos, a un sistema de implacable y, desde todos los puntos de vista, muy efectivo acondicionamiento. "Muchos hombres -dijo Speer-se han sentido obsesionados por la pesadilla de que llegue un día en que las naciones puedan ser dominadas por medios técnicos. Esta pesadilla casi fue realizada en el sistema totalitario de Hitler". Casi, pero no completamente. Los nazis no tuvieron tiempo -y tal vez no tuvieron la inteligencia ni el necesario conocimiento-para lavar cerebralmente y acondicionar a sus dirigentes subalternos. Cabe que sea esta una de las razones de su fracaso.

Desde los tiempos de Hitler, el arsenal de elementos técnicos a disposición de un presunto dictador ha aumentado mucho. Además de la radio, el altoparlante, la cámara cinematográfica y la prensa rotativa, el propagandista contemporáneo puede utilizar la televisión para difundir la imagen de su cliente al mismo tiempo que su voz y puede registrar tanto la imagen como la voz en carretes de cinta magnética.

Gracias al proceso tecnológico, el Gran Hermano puede actualmente ser casi tan ubicuo como Dios. Y no es solamente en el frente técnico donde los brazos del presunto dictador se han fortalecido. Se ha trabajado mucho desde la época de Hitler en esos campos de la psicología y la neurología aplicadas que son el dominio especial del propagandista: el [a]doctrinante y lavador de cerebros. En lo pasado, estos especialistas en el arte de cambiar mentalmente a la gente eran empíricos. Con el método de ensayo y error, elaboraron cierto número de técnicas y procedimientos y los utilizaron con mucha eficacia, aunque no supieran con precisión por qué eran eficaces.

Actualmente, el arte de gobernar las mentes ajenas lleva camino de convertirse en ciencia. Quienes practican esta ciencia saben lo que están haciendo y por qué lo hacen. Tienen como guías de su tarea teorías e hipótesis que han quedado sólidamente establecidas sobre macizos cimientos de pruebas experimentales. Gracias a las nuevas percepciones y a las nuevas técnicas que estas percepciones permiten, la pesadilla que "casi fue realizada en el sistema totalitario de Hitler" puede hacerse antes de mucho completamente realizable. Pero, antes de examinar estas nuevas percepciones y técnicas, echemos una mirada a la pesadilla que casi se convirtió en realidad en la Alemania nazi. Cuáles fueron los métodos que utilizaron Hitler y Goebbels para "privar a ochenta millones de personas del pensamiento independiente y someterlas a la voluntad de un hombre"? Y, cuál fue la teoría de la naturaleza humana sobre la que se basaron estos métodos terriblemente eficaces? Estas preguntas pueden ser contestadas, en su mayor parte, con las propias palabras de Hitler. Y qué palabras más claras y astutas son!

Cuando escribe acerca de esas vastas abstracciones como Raza, Historia y Providencia, Hitler es estrictamente ilegible. Pero, cuando escribe acerca de las masas alemanas y de los métodos que utilizó para dominarlas y dirigirlas, su estilo cambia. La insensatez cede el sitio al buen sentido y las jactancias a una lucidez dura y cínica. En sus lucubraciones filosóficas, Hitler se limitaba a soñar despierto o a reproducir las nociones a medio cocinar de otras personas. En sus comentarios sobre las multitudes y la propaganda, escribía de cosas que conocía por una experiencia inmediata. Según las palabras de su biógrafo más capaz, el señor Alan Bullock, "Hitler fue el más grande demagogo de la historia. Quienes añaden 'sólo un demagogo', no tienen en cuenta la naturaleza del poder político en la era de la política de masas. Como él mismo dijo, ser un jefe significa ser capaz de mover a las masas".

La finalidad de Hitler era en primer lugar mover a las masas y, luego, una vez apartadas las masas de sus fidelidades y su moral tradicionales, imponerles (con el hipnotizado consentimiento de la mayoría) un nuevo orden autoritario de [su] creación personal. Hermann Rauschning escribió en 1939: "Hitler tenía un profundo respeto por la Iglesia católica y la orden de los jesuitas; no a causa de su doctrina cristiana, sino a causa de la maquinaria que habían elaborado y dirigían, de su sistema jerárquico, de sus tácticas en extremo inteligentes, de su conocimiento de la naturaleza humana y de su sabio empleo de las debilidades humanas para gobernar a los creyentes".

Clericalismo sin cristianismo, la disciplina de una orden monástica, no en aras de Dios o para el logro de la salvación personal, sino en aras del Estado y para la gloria y el poder del demagogo convertido en Jefe: tal fue la meta a donde debía dirigirse el sistemático desplazamiento de las masas.

Veamos qué pensaba Hitler de las masas que movía y cómo lograba moverlas. El primer principio del que partía era un juicio de valoración: las masas son merecedoras de un desprecio absoluto. Son incapaces de todo pensamiento abstracto y se desinteresan de cuanto esté fuera del círculo de su experiencia inmediata. Su comportamiento está determinado no por el conocimiento y la razón, sino por los sentimientos e impulsos inconscientes. Es en estos impulsos y sentimientos donde "están las raíces de sus actitudes, positivas o negativas". Para triunfar, un propagandista debe aprender el manipuleo de estos instintos y emociones.

"La fuerza impulsora que ha provocado las más tremendas revoluciones en el mundo nunca ha sido un cuerpo de doctrina científica que haya conquistado a las masas, sino invariablemente, una devoción que las ha inspirado y, con frecuencia, una especie de histeria que las ha arrastrado a la acción. Quien desee conquistar a las masas debe saber dónde está la llave que ha de abrir la puerta de sus corazones". En la jerga postfreudiana, la puerta de su inconsciente.

Hitler atrajo especialmente a aquellos miembros de las capas inferiores de la clase media, que habían sido arruinados por la inflación de 1923 y, arruinados por segunda vez por la depresión de 1929 y de los años siguientes. Las "masas" de las que Hitler habla son esos millones de seres perplejos, frustrados y crónicamente angustiados. Para hacerlos más masa todavía, más homogéneamente subhumanos, los reunía, por miles y decenas de miles en vastos locales y estadios, donde el individuo podía perder su identidad personal y hasta su humanidad elemental y quedar fusionado con la multitud. Un hombre o una mujer establecen contacto directo con la sociedad de dos modos: como miembro de algún grupo familiar, profesional o religioso, o como miembro de una multitud. Los grupos pueden ser tan morales e inteligentes como los individuos que los forman; una multitud es caótica, no tiene propósitos propios y es capaz de cualquier cosa, salvo de acción inteligente y de sentido realista. Reunidas en una multitud, las personas pierden su poder de razonamiento y su capacidad de opción moral. Se hacen más sugestionables hasta el punto de que dejan de pensar o querer por cuenta propia. Se excitan muchísimo, pierden todo sentido de la responsabilidad individual o colectiva y suelen tener repentinos accesos de rabia, entusiasmo y pánico. En pocas palabras, un hombre en una multitud se comporta como si hubiese ingerido una fuerte dosis de algún poderoso tóxico. Es víctima de lo que yo he denominado "envenenamiento de rebaño". Como el alcohol, el veneno de rebaño es una droga activa, extrovertida. El individuo con embriaguez de multitud escapa de la responsabilidad, la inteligencia y la moral y entra en una especie de irracional animalidad frenética.

Durante su larga carrera de agitador, Hitler había estudiado los efectos del veneno de rebaño y aprendido cómo explotarlos para sus propios fines. Había descubierto que el orador puede apelar a esas "fuerzas ocultas" que motivan los actos de los hombres con mucha más eficacia que el escritor. Leer es una actividad privada, no colectiva. El escritor habla únicamente a individuos, instalados a solas, en un estado de sobriedad normal. El orador habla a masas de individuos, ya muy afectados por el veneno de rebaño.

Son gente a la merced del orador y, si este conoce su oficio, puede hacer con ellos lo que quiera. Como orador, Hitler conocía su oficio maravillosamente bien. Podía, según sus propias palabras: "Dejarse guiar por la gran masa de tal modo que la emoción viva de sus oyentes le sugería la palabra apta que necesitaba, palabra que a su vez iba [directamente] al corazón del auditorio". Otto Strasser llamó a Hitler "un altoparlante que proclamaba los deseos más secretos, los instintos menos admisibles, los padecimientos y revueltas personales de toda una nación".

Veinte años antes de que Madison Avenue se lanzara a la "investigación de las motivaciones", a la llamada motivational research, Hitler estaba ya explorando y explotando sistemáticamente los miedos y esperanzas secretos, las aspiraciones, las angustias y las frustraciones de las masas alemanas. Es manipulando "fuerzas ocultas" como los peritos en publicidad nos inducen a comprar sus mercancías: una pasta de dientes, una marca de cigarrillos, un candidato político. Y fue acudiendo a las mismas fuerzas ocultas -y a otras demasiado peligrosas para que la Madison Avenue recurra a ellas- como Hitler indujo a las masas alemanas a que se compraran un Führer, una insana filosofía y la Segunda Guerra Mundial.

En contraste con las masas, los intelectuales tienen afición a la racionalidad e interés por los hechos. Su hábito mental crítico los hace resistentes a la clase de propaganda que funciona también sobre la mayoría.

Entre las masas "el instinto es supremo y del instinto surge la fe... Mientras la sana gente común estrecha instintivamente sus filas para formar la comunidad de un pueblo (bajo un Jefe, sobra decirlo), los intelectuales van de un lado a otro, como gallinas en un gallinero. Con ellos no se puede hacer historia; no pueden ser utilizados como elementos componentes de una comunidad".

Los intelectuales son esa clase de gente que reclama pruebas y se escandaliza con las incoherencias y falacias lógicas. Ven en la simplificación excesiva el pecado original de la inteligencia y no saben qué hacer con los lemas, los asertos no calificados y las generalizaciones radicales que son la mercancía del propagandista.

Hitler escribió: "Toda propaganda efectiva debe limitarse a unas cuantas necesidades desnudas y expresarse luego en unas cuantas fórmulas estereotipadas". Estas fórmulas estereotipadas deben ser repetidas constantemente, porque "sólo la repetición constante logrará finalmente grabar una idea en la memoria de una multitud". La filosofía nos enseña a sentir incertidumbre ante las cosas que nos parecen evidentes. La propaganda, en cambio, nos enseña a aceptar como evidentes cosas sobre las cuales sería razonable suspender nuestro juicio o sentir dudas. La finalidad del demagogo es crear la cohesión social bajo su propia jefatura. Pero, como Bertrand Russell ha señalado, "Los sistemas dogmáticos sin cimientos empíricos, como el escolasticismo, el marxismo y el fascismo, tienen la ventaja de producir una considerable cohesión social entre sus discípulos". El propagandista demagógico debe, por tanto, ser consecuentemente dogmático. Todas sus declaraciones deben hacerse sin calificación alguna.

No hay grises en su cuadro del mundo: todo es diabólicamente negro o celestialmente blanco. Como dijo Hitler, el propagandista debe adoptar "una actitud sistemáticamente unilateral frente a cualquier problema que aborde". Nunca debe admitir que tal vez esté equivocado o que las personas con una opinión distinta tal vez tengan parcialmente [la] razón. No se debe discutir con los adversarios. Hay que atacarlos, callarlos a gritos o, si molestan demasiado, liquidarlos. El intelectual, moralmente remilgado, tal vez se escandalice de una cosa así. Pero las masas siempre están convencidas de que "el derecho está de parte del agresor activo".

Tal era, pues, la opinión que tenía Hitler de la humanidad como masa. Era una opinión muy baja. ¿Era también una opinión inexacta? El árbol suele ser conocido por sus frutos y una teoría de la naturaleza humana que inspiró técnicas que demostraron tan horriblemente su eficacia debe contener por lo menos un elemento de verdad. La virtud y la inteligencia pertenecen a los seres humanos como individuos que se asocian libremente con otros individuos en pequeños grupos. Otro tanto sucede con el pecado y la estupidez. Pero la necesidad subhumana a la que el demagogo recurre y la imbecilidad moral en la que confía cuando aguijonea a sus víctimas para que entren en acción son características, no de los hombres y mujeres como individuos, sino de los hombres y mujeres en masas. La necedad y el idiotismo moral no son atributos característicamente humanos: son síntomas del envenenamiento de rebaño. En todas las religiones superiores del mundo, la salvación y la iluminación son para los individuos. El reino de los cielos está dentro del espíritu de una persona, no dentro del espíritu colectivo de una multitud. Cristo prometió estar presente allí donde dos o tres se congregaran.

No dijo nunca que estaría presente donde miles se estuvieran intoxicando mutuamente con el veneno de rebaño. Bajo los nazis, muchedumbres enormes se veían obligadas a pasar una enorme cantidad de tiempo marchando en apretadas filas del punto A al punto B y de nuevo al punto A.

Hermann Rauschning añade: "Esta manera de mantener a toda una población en marcha pareció un insensato derroche de tiempo y energía. Sólo mucho después se reveló en ella una sutil intención basada en una bien calculada adaptación de medios afines. La marcha evita que los hombres piensen. La marcha mata el pensamiento. La marcha pone término a la individualidad. La marcha es el indispensable toque mágico que acostumbra a la gente a una actividad mecánica y casi ritual, a una actividad que acaba convirtiéndose en una segunda naturaleza".

Desde su punto de vista y en el nivel en que decidió hacer su espantoso trabajo, Hitler acertó perfectamente en su estimación de la naturaleza humana. Para quienes ven en los hombres y mujeres individuos, más que miembros de una multitud o de colectividades uniformadas, estuvo odiosamente equivocado. ¿Cómo podemos preservar la integridad del individuo humano y reafirmar su valor en la época de un exceso de población y un exceso de organización que se están acelerando, y de unos medios de comunicación en masa cada vez más eficientes? Es una pregunta que cabe hacer todavía y que tal vez pueda ser efectivamente contestada. Transcurrida otra generación, tal vez será demasiado tarde para contestarla y tal vez imposible, en el sofocante clima colectivo de ese tiempo futuro, hasta simplemente formularla.

17/4/08

Pax Americana. El PNAC





Documental: El nuevo siglo americano (PNAC).

Una película de Massimo Mazzucco. "El nuevo siglo americano" expone todos los aspectos históricos, políticos, económicos y filosóficos que de manera encubierta habrían desencadenado los atentados del 11 de septiembre en un modo muy diferente de cómo nos fueron precedentemente narrados.

"El Nuevo Siglo Americano" fue proyectada en la 31 Muestra Internacional de Cine de Sao Paulo, Brasil, en los días 26 a 29 de octubre de 2007.

De la Wikipedia:

El Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense o en inglés PNAC (Project for the New American Century) es un grupo ideológico y político establecido en Washington D.C.. Fue fundado en la primavera de 1997 como una organización sin ánimo de lucro con el objetivo de promocionar "el liderazgo mundial de Estados Unidos".

El presidente es William Kristol, editor del Weekly Standard y colaborador de la cadena FOX. Esta fundación es una iniciativa del Proyecto de Nueva Ciudadanía (New Citizenship Project), que es otra organización sin ánimo de lucro, fundada a su vez por la asociación de la Sarah Scaife Foundation, la John M. Olin Foundation y la Bradley Foundation.Los miembros anteriores y actuales de la PNAC son en su mayoría importantes miembros del Partido Republicano y de la Administración del presidente George W. Bush, como Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Jeb Bush, Richard Perle, Richard Armitage, Dick Cheney, Lewis Libby, William J. Bennett, Zalmay Khalilzad, y Ellen Bork, la mujer de Robert Bork.

Gran parte de sus ideas y sus miembros están asociados con el movimiento neoconservador. La dirección del PNAC se compone de siete miembros permanentes, además de un grupo de directores. La PNAC es una organización polémica. Muchos afirman que este proyecto propone la dominación suprema, militar y económica, de la Tierra, el espacio y el ciberespacio por parte de Estados Unidos, así como el establecimiento de la intervención en los problemas mundiales (Pax Americana).

El nombre de la PNAC procede de la expresión "el nuevo siglo estadounidense", basándose en la idea de que el siglo XX ha sido "el siglo estadounidense", y que esta situación debe prolongarse durante el siglo XXI, de este punto muchos afirman que este tipo de organizaciones son un intento desesperado cuya finalidad es prologar la hegemonía norteamericana, la cual ya ha sido sentenciada por su insaciable y descontrolada ambición, haciendo uso de determinismos socioeconómicos imperialistas, postulados neoliberales, argumentos ideológicos dotados de una razón pseudocientifica y hasta fundamentalismos religiosos para afirmar que los Estados Unidos están destinados, cual mandato celestial, para operar e imperar de forma prolongada sobre el futuro devenir de la historia humana.

16/4/08

Petroleo, humo y reflejos



La relación entre la actual Guerra Global Contra el Terror y la Crisis Energética. 50'.

1984



Mil novecientos ochenta y cuatro (más conocida como 1984) (en inglés Nineteen Eighty-Four) es el título de una novela de política ficción distópica escrita por George Orwell en 1948 y editada en 1949. En la novela el estado omnipresente obliga a cumplir las leyes y normas a los miembros del partido totalitario mediante el adoctrinamiento, la propaganda, el miedo y el castigo despiadado. La novela introdujo los conceptos del siempre presente y vigilante Gran Hermano, de la notoria habitación 101, de la ubicua policía del pensamiento y de la neolengua, adaptación del inglés en la que se reduce y se transforma el léxico -lo que no está en la lengua, no puede ser pensado-. Muchos comentaristas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha conocido como sociedad Orwelliana. El término Orwelliano se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela. La novela fue un éxito en términos de ventas y se ha convertido en uno de los más influyentes libros del siglo XX.

El Espiritu de Mayo del 68



Grands Soirs et petits matins - El Espíritu de Mayo del 68 - Extractos de una pelicula que debió existir.. Cámara y Realización: William Klein. Sonido: Harald Maury. Montaje: Catherine Binet, Valerie Mayoux, Nelly Quettier, Ragnar. País: Francia. Duración: 98 min. Año: 1968.

14/4/08

El poder de las pesadillas (3/3)



Tercera parte: "Las sombras en la cueva", 60'.

El poder de las pesadillas (2/3)



Segunda parte: "La victoria fantasma", 59'.

El poder de las pesadillas (1/3)



Según el excelente documental en tres capítulos del realizador británico Adam Curtis titulado «The Power of Nightmares» (El Poder de las Pesadillas), producido por la BBC y que participó en el festival internacional cinematográfico de Cannes como «periodismo de denuncia en video», se demuestra que la pesadilla del terrorismo internacional llamada Al Qaeda no existe. El documental nos enseña que es una invención más de los EEUU, fábrica de pesadillas para justificar sus intervenciones e intereses. Relata los orígenes del radicalismo islámico y la estrategia de los neoconservadores USA por establecer un mito ideológico capaz de unificar a la sociedad, de acuerdo a sus intereses y en coalición con la derecha cristiana.

Primera parte: "Nena, hace frio allá afuera", 59'.

13/4/08

Manufacturing consent (2/2). V. O. Sub. castellano



Noam Chomsky y los medios de comunicación. Un documental de Mark Achbar y Peter Wintonick. 2ª Parte: "Activando la disidencia".

Manufacturing consent (1/2). V. O. Sub. castellano



Noam Chomsky y los medios de comunicación. Un documental de Mark Achbar y Peter Wintonick. 1ª Parte: "El control del pensamiento en las sociedades democráticas".

11/4/08

Campamento Jesús (V.O. sub. castellano)



1h 24m.

Propaganda (15)



Mainly influenced by the church, the illegalization of alcohol (Prohibition Era) lasted from 1920-1933. This commercial is but one of the products of the 1920s anti-alcohol smear campaigns.

Propaganda (14)




KKK

Propaganda (13)



Animated Soviet Propaganda Trailer.

Propaganda (12)



Aspects of Nuclear Radiation (1950's propaganda)

9/4/08

Propaganda (11)



En 1950, la Iglesia española creó un organismo especial con el propósito de calificar las películas de acuerdo con su contenido moral a partir de unos estándares más rigurosos que los de las autoridades oficiales. Se prestaba una especial atención a las películas consideradas como seriamente peligrosas desde el punto de vista moral. Los párrocos colgaban carteles en los vestíbulos de las iglesias advirtiendo a los fieles de qué películas no podían ver bajo ninguna pena de pecar, y los periódicos católicos se negaban a darles publicidad. Ningún filme fue más controvertido a mediados de los años cuarenta que la película norteamericana "Gilda", con Rita Hayworth. Aunque las autoridades civiles ya la habían censurado con severidad, su difusión provocó pastorales y protestas clericales, y varios grupos de católicos furibundos se manifestaron frente a los cines y llegaron a destrozar los carteles promocionales de la película. Todo aquel bullicio lo había provocado una única escena, aquella en la que la actriz se quitaba sensualmente un guante.

(William J. Callahan, "La Iglesia católica en España, 1875-2002")

Propaganda (10)



Anti-communist propaganda animation from 1948.

Propaganda (9)



1965 Anti-Pornography Propaganda film.

Propaganda (8)



The rapture. Are you ready?

Propaganda (7)



In the beginning...

Propaganda (6)



Please, pray for us...

Propaganda (5)



History of Oil.

Propaganda (4)



Interplanetary Revolution - Soviet Propaganda (1924)

Guy Debord - La Réfutation (3/3)

Guy Debord - La Réfutation (2/3)

Guy Debord - La Réfutation (1/3)



Réfutation de tous les jugements, tant élogieux qu'hostiles, qui ont été jusqu'ici portés sur le film 'La société du spectacle', di Guy Debord (1975).

Versione originale francese con sottotitoli in italiano.

Guy Debord. La sociedad del espectáculo (9/9)



Capítulo 9. La ideología materializada

"La conciencia de sí está en sí y para sí cuando y porque está en sí y para sí para otra conciencia de sí; es decir, que no existe sino como ser reconocido"

(Hegel, Fenomenología del espíritu).

212. La ideología es la base del pensamiento de una sociedad de clases en el curso conflictual de la historia. Los hechos ideológicos no han sido jamás simples quimeras, sino la conciencia deformada de las realidades, y como tales factores reales ejerciendo a su vez una real acción deformante; con mayor razón la materialización de la ideología que entraña el éxito concreto de la producción económica autonomizada, en la forma del espectáculo, confunde prácticamente con la realidad social una ideología que ha podido rehacer todo lo real según su modelo.

213. Cuando la ideología, que es la voluntad abstracta de lo universal y su ilusión, se encuentra legitimada por la abstracción universal y la dictadura efectiva de la ilusión en la sociedad moderna, ya no es la lucha voluntarista de lo parcelario sino su triunfo. A partir de aquí la pretensión ideológica adquiere una especie de llana exactitud positivista: ya no es una elección histórica sino una evidencia. En una afirmación tal los nombres particulares de las ideologías se desvanecen. La parte misma del trabajo propiamente ideológico al servicio del sistema ya no se concibe más que como reconocimiento de un "pedestal epistemológico" que aspira a estar más allá de todo fenómeno ideológico. La ideología materializada carece de nombre propio, así como carece de programa histórico enunciable. Esto equivale a decir que la historia de las ideologías ha terminado.

214. La ideología, cuya lógica interna conduce hacia la "ideología total", en el senido de Mannheim, despotismo del fragmento que se impone como seudosaber de un todo fijado, visión totalitaria, se realiza desde ahora en el espectáculo inmovilizado de la no-historia. Su realización es también su disolución en el conjunto de la sociedad. Con la disolución práctica de esta sociedad debe desaparecer la ideología, la última sinrazón que bloquea el acceso a la vida histórica.

215. El espectáculo es la ideología por excelencia porque expone y manifiesta en su plenitud la esencia de todo sistema ideológico: el empobrecimiento, el sometimiento y la negación de la vida real. El espectáculo es materialmente la "expresión de la separación y el alejamiento entre el hombre y el hombre". La "nueva dominación del engaño" concentrada allí tiene su base en esta producción, por cuyo intermedio "con la masa de objetos crece... el nuevo dominio de seres extraños a los que se halla sometido el hombre". Es el estadio supremo de una expansión que ha vuelto la necesidad contra la vida. "La necesidad del dinero es pues la verdadera necesidad producida por la economía política, y la única necesidad que ella produce" (Manuscritos económico-filosóficos). El espectáculo extiende a toda la vida social el principio que Hegel en la Realfilosofía de Iena concibe como el del dinero; es "la vida de lo que está muerto, moviéndose en sí misma".

216. Al contrario del proyecto resumido en las Tesis sobre Feuerbach (la realización de la filosofía en la praxis que supera la oposición entre el idealismo y el materialismo), el espectáculo conserva a la vez, e impone en el seudo-concreto de su universo, los caracteres ideológicos del materialismo y del idealismo. El lado contemplativo del viejo materialismo que concibe el mundo como representación y no como actividad - y que idealiza finalmente la materia - se cumple en el espectáculo, donde las cosas concretas son automáticamente dueñas de la vida social. Recíprocamente, la actividad fantaseada del idealismo se cumple igualmente en el espectáculo por la mediación técnica de signos y señales - que finalmente materializan un ideal abstracto.

217. El paralelismo entre la ideología y la esquizofrenia establecido por Gabel (La falsa conciencia) debe ser emplazado en este proceso económico de materialización de la ideología. La sociedad ha llegado a ser lo que la ideología ya era. La desinserción de la praxis y la falsa conciencia antidialéctica que la acompaña, he aquí lo que se impone a todas horas en la vida cotidiana sometida al espectáculo; que es preciso comprender como una organización sistemática de la "aniquilación de la facultad de encuentro" y como su reemplazamiento por un hecho social alucinatorio. En una sociedad donde nadie puede ser reconocido por los demás, cada individuo se vuelve incapaz de reconocer su propia realidad. La ideología se encuentra en su medio; la separación ha establecido su mundo.

218. "En los cuadros clínicos de la esquizofrenia", dice Gabel, "la decadencia de la dialéctica de la totalidad (con la disociación como forma extrema) y la decadencia de la dialéctica del devenir (con la catatonia como forma extrema) parecen muy solidarias." La conciencia espectacular, prisionera en un universo degradado, reducido por la pantalla del espectáculo detrás de la cual ha sido deportada su propia vida, no conoce más que los interlocutores ficticios que le hablan unilateralmente de su mercancía y de la política de su mercancía. El espectáculo en toda su extensión es su "indicio en el espejo". Aquí se pone en escena la falsa salida de un autismo generalizado.

219. El espectáculo, que es la eliminación de los límites entre el yo y el mundo mediante el aplastamiento del yo asediado por la presencia-ausencia del mundo es igualmente la eliminación de los límites entre lo verdadero y lo falso mediante el reflujo de toda verdad vivida bajo la presencia real de la falsedad que asegura la organización de la apariencia. El que sufre pasivamente su destino cotidianamente alienado es empujado entonces hacia una locura que reacciona ilusoriamente ante este sino recurriendo a técnicas mágicas. El reconocimiento y el consumo de mercancías están en el centro de esta seudorespuesta a una comunicación sin respuesta. La necesidad de imitación que experimenta el espectador es precisamente la necesidad infantil, condicionada por todos los aspectos de su desposesión fundamental. Según los términos que Gabel aplica a un nivel patológico totalmente distinto "la necesidad anormal de representación compensa aquí un sentimiento torturante de estar al margen de la existencia".

220. Si la lógica de la falsa conciencia no puede conocerse a sí misma verídicamente la búsqueda de la verdad crítica sobre el espectáculo debe ser también una crítica verdadera. Tiene que luchar prácticamente entre los enemigos irreconciliables del espectáculo y aceptar estar ausente allí donde ellos están ausentes. Son las leyes del pensamiento dominante, el punto de vista exclusivo de la actualidad, que reconoce la voluntad abstracta de la eficacia inmediata cuando se arroja hacia los compromisos del reformismo o de la acción común con los residuos seudorevolucionarios. Con ello el delirio se ha reconstituido en la misma posición que pretende combatirlo. Por el contrario, la crítica que va más allá del espectáculo debe saber esperar.

221. Emanciparse de las bases materiales de la verdad invertida, he aquí en qué consiste la autoemancipación de nuestra época. Esta "misión histórica de instaurar la verdad en el mundo" no pueden cumplirla ni el individuo aislado ni la muchedumbre automatizada y sometida a las manipulaciones, sino ahora y siempre la clase que es capaz de ser la disolución de todas las clases devolviendo todo el poder a la forma desalienante de la democracia realizada, el Consejo, en el cual la teoría práctica se controla a sí misma y ve su acción. Únicamente allí donde los individuos están "directamente ligados a la historia universal"; únicamente allí donde el diálogo se ha armado para hacer vencer sus propias condiciones.

Guy Debord. La sociedad del espectáculo (8/9)



Capítulo 8. La negación y el consumo de la cultura

"¿Viviremos suficiente para ver una revolución política? ¿Nosotros, los contemporáneos de estos alemanes? Amigo mío, usted cree lo que desea creer... Cuando se juzga Alemania según su historia presente, no me discutirá usted que toda su historia está falsificada y que toda su vida pública actual no representa el estado real del pueblo. Lea los periódicos que usted quiera, convénzase de que no se deja de celebrar -y usted admitirá que la censura no impide a nadie el dejar de hacerlo- la libertad y la felicidad nacional que poseemos..."

(Ruge, Carta a Marx, marzo de 1843)

180. La cultura es la esfera general del conocimiento y de las representaciones de lo vivido en la sociedad histórica dividida en clases; lo que viene a decir que es el poder de generalización existiendo aparte, como división del trabajo intelectual y trabajo intelectual de la división. La cultura se ha desprendido de la unidad de la sociedad del mito, cuando "el poder de unificación desaparece de la vida del hombre y los contrarios pierden su relación y su interacción vivientes y adquieren autonomía..." (Diferencia entre los sistemas de Fichte y Schelling). Al ganar su independencia, la cultura comienza un movimiento imperialista de enriquecimiento que es al mismo tiempo el ocaso de su independencia. La historia que crea la autonomía relativa de la cultura y las ilusiones ideológicas sobre esta autonomía se expresan también como historia de la cultura. Y toda la historia conquistadora de la cultura puede ser comprendida como la historia de la revelación de su insuficiencia, como una marcha hacia su autosupresión. La cultura es el lugar donde se busca la unidad perdida. En esta búsqueda de la unidad, la cultura como esfera separada está obligada a negarse a sí misma.

181. La lucha entre la tradición y la innovación, que es el principio del desarrollo interno de la cultura de las sociedades históricas, no puede proseguirse más que a través de la victoria permanente de la innovación. Pero la innovación en la cultura es acarreada nada más que por el movimiento histórico total que, al tomar conciencia de su totalidad, tiende a superar sus propias presuposiciones culturales y va hacia la supresión de toda separación.

182. El impulso de los conocimientos de la sociedad, que contiene la comprensión de la historia como núcleo de la cultura, toma de sí mismo un conocimiento sin vuelta atrás que se ha expresado por la destrucción de Dios. Pero esta "condición primera de toda crítica" es también la obligación primera de una crítica infinita. Allí donde ninguna regla de conducta puede ya mantenerse, cada resultado de la cultura la hace avanzar hacia su disolución. Como la filosofía en el momento en que ha conseguido su plena autonomía, toda disciplina devenida autónoma debe desplomarse, en primer lugar en cuanto pretensión de explicación coherente de la totalidad social, y finalmente incluso en cuanto instrumentación parcelaria utilizable dentro de sus propias fronteras. La falta de racionalidad de la cultura separada es el elemento que la condena a desaparecer, puesto que en ella la victoria de lo racional ya está presente como exigencia.

183. La cultura emergió de la historia que ha disuelto el modo de vida del viejo mundo, pero en tanto que esfera separada no es todavía sino la inteligencia y la comunicación sensible que siguen siendo parciales en una sociedad parcialmente histórica. Es el sentido de un mundo demasiado poco sensato.

184. El fin de la historia de la cultura se manifiesta mediante dos perfiles opuestos: el proyecto de su superación en la historia total y la organización de su mantenimiento como objeto muerto en la contemplación espectacular. El primero de estos movimientos ha unido su suerte a la crítica social, y el otro a la defensa del poder de clase.

185. Cada uno de los dos frentes del fin de la cultura existe de un modo unitario, tanto en todos los aspectos de los conocimientos como en todos los aspectos de las representaciones sensibles -en lo que era el arte en el sentido más general. En el primer caso se oponen la acumulación de conocimientos fragmentarios que se vuelven inutilizables, porque la aprobación de las condiciones existentes debe finalmente renunciar a sus propios conocimientos, y la teoría de la praxis que detenta en solitario la verdad de todos ellos por ser la única que detenta el secreto de su uso. En el segundo caso se oponen la autodestrucción crítica del antiguo lenguaje común de la sociedad y su recomposición artificial en el espectáculo mercantil, la representación ilusoria de lo no-vivido.

186. Al perder la comunidad de la sociedad del mito, la sociedad debe perder todas las referencias de un lenguaje realmente común, hasta el momento en que la escisión de la comunidad inactiva puede ser superada mediante el acceso a la real comunidad histórica. El arte, que fue ese lenguaje común de la inacción social, desde que se constituye como arte independiente en el sentido moderno, emergiendo de su primer universo religioso y llegando a ser producción individual de obras separadas, experimenta, como caso particular, el movimiento que domina la historia del conjunto de la cultura separada. Su afirmación independiente es el comienzo de su disolución.

187. El hecho de que el lenguaje de la comunicación se ha perdido, he aquí lo que expresa positivamente el movimiento de descomposición moderna de todo arte, su aniquilación formal. Lo que este movimiento expresa negativamente es el hecho de que debe reencontrarse un lenguaje común -no ya en la conclusión unilateral que, para el arte de la sociedad histórica, llegaba siempre demasiado tarde, hablando a otros de lo que ha sido vivido sin diálogo real, y admitiendo esta deficiencia de la vida-, pero que debe ser reencontrado en la praxis, que reúne en sí misma la actividad directa y su lenguaje. Se trata de poseer efectivamente la comunidad del diálogo y el juego con el tiempo que han sido representados por la obra poético-artística.

188. Cuando el arte independizado representa su mundo con sus colores resplandecientes, un momento de la vida ha envejecido y no se deja rejuvenecer con colores resplandecientes. Sólo se deja evocar en el recuerdo. La grandeza del arte no comienza a aparecer hasta el crepúsculo de la vida.

189. El tiempo histórico que invade el arte se expresó primeramente en la esfera misma del arte a partir del barroco. El barroco es el arte de un mundo que ha perdido su centro: el último orden mítico reconocido por la edad media, en el cosmos y en el gobierno terrestre -la unidad de la Cristiandad y el fantasma de un Imperio- ha caído. El arte del cambio debe llevar en sí el principio efímero que descubre en el mundo. Ha elegido, dice Eugenio d'Ors, "la vida contra la eternidad". El teatro y la fiesta, la fiesta teatral, son los momentos dominantes de la realización barroca, en la cual ninguna expresión artística particular toma su sentido más que por su referencia al decorado de un lugar construido, a una construcción que debe ser en sí misma el centro de unificación; y este centro es el pasaje, que se inscribe como un equilibrio amenazado en el desorden dinámico de todo. La importancia, a veces excesiva, adquirida por el concepto de barroco en la discusión estética contemporánea traduce la toma de conciencia de la imposibilidad de un clasicismo artístico: los esfuerzos en favor de un clasicismo o neoclasicismo normativos, después de tres siglos, no han sido sino breves construcciones ficticias hablando el lenguaje exterior del Estado, el de la monarquía absoluta o el de la burguesía revolucionaria vestida a la romana. Desde el romanticismo al cubismo se trata finalmente de un arte cada vez más individualizado de la negación, renovándose perpetuamente hasta la disgregación y la negación consumadas de la esfera artística, que ha seguido el curso general del barroco. La desaparición del arte histórico que estaba ligado a la comunicación interna de una élite, que tenía su base social semi-independiente en las condiciones parcialmente lúdicas vividas todavía por las últimas aristocracias, traduce también el hecho de que el capitalismo conoce el primer poder de clase que se declara despojado de toda cualidad ontológica: y cuyo poder enraizado en la simple gestión de la economía es igualmente la pérdida de toda soberanía humana. El conjunto barroco, que para la creación artística es también una unidad perdida hace mucho tiempo, se reencuentra de alguna manera en el consumo actual de la totalidad del pasado artístico. El conocimiento y el reconocimiento históricos de todo el arte del pasado, retrospectivamente constituido en arte mundial, lo relativizan en un desorden global que constituye a su vez un edificio barroco a un nivel más elevado, edificio en el cual deben fundirse la producción misma de un arte barroco y todos sus resurgimientos. Las artes de todas las civilizaciones y de todas las épocas, por primera vez, pueden ser todas conocidas y admitidas en conjunto. Es una "colección de recuerdos" de la historia del arte que, al hacerse posible, es también el fin del mundo del arte. En esta época de los museos, cuando ya ninguna comunicación artística puede existir, todos los momentos antiguos del arte pueden ser igualmente admitidos, pues ninguno de ellos padece ya ante la pérdida de sus condiciones de comunicación particulares en la pérdida actual de las condiciones de comunicación en general.

190. El arte en su época de disolución, en tanto que movimiento negativo que persigue la superación del arte en una sociedad histórica donde la historia no es vivida todavía, es a la vez un arte del cambio y la expresión pura del cambio imposible. Cuanto más grandiosa es su exigencia, más se aleja de él su verdadera realización. Este arte es forzosamente de vanguardia y no lo es. Su vanguardia es su desaparición.

191. El dadaísmo y el surrealismo son las dos corrientes que marcaron el fin del arte moderno. Son, aunque sólo de manera relativamente consciente, contemporáneos de la última gran ofensiva del movimiento revolucionario proletario; y el fracaso de este movimiento, que les dejó encerrados en el mismo campo artístico cuya caducidad habían proclamado, es la razón fundamental de su inmovilización. El dadaísmo y el surrealismo están a la vez ligados y en oposición. En esta oposición que constituye también para cada uno de ellos la parte más consecuente y radical de su aportación aparece la insuficiencia interna de su crítica, desarrollada tanto por el uno como por el otro de un modo unilateral. El dadaismo ha querido suprimir el arte sin realizarlo; y el surrealismo ha querido realizar el arte sin suprimirlo. La posición crítica elaborada después por los situacionistas mostró que la supresión y la realización del arte son los aspectos inseparables de una misma superación del arte.

192. El consumo espectacular que conserva la antigua cultura congelada, incluida la repetición recuperada de sus manifestaciones negativas, llega a ser abiertamente en su sector cultural lo que es implícitamente en su totalidad: la comunicación de lo incomunicable. Allí la destrucción extrema del lenguaje puede encontrarse vulgarmente reconocida como un valor positivo oficial, puesto que se trata de publicitar una reconciliación con el estado de cosas dominante, en el cual toda comunicación es jubilosamente proclamada ausente. La verdad crítica de esta destrucción, en tanto que vida real de la poesía y del arte modernos, es evidentemente ocultada, pues el espectáculo, que tiene la función de hacer olvidar la historia en la cultura, aplica en la seudo-novedad de sus medios modernistas la misma estrategia que lo constituye en profundidad. Así puede presentarse como nueva una escuela de neo-literatura que admite simplemente que contempla lo escrito por sí mismo. Por otra parte, junto a la simple proclamación de la belleza que se presume suficiente de la disolución de lo comunicable, la tendencia más moderna de la cultura espectacular - y la más vinculada con la práctica represiva de la organización de la sociedad - busca recomponer, por medio de "trabajos de equipo", un medio neo-artístico complejo a partir de elementos descompuestos; particularmente en las búsquedas de integración de residuos artísticos o híbridos estético-técnicos en el urbanismo. Esto es la traducción, en el plano de la seudo-cultura espectacular, del proyecto general del capitalismo desarrollado que tiende a recuperar al trabajador parcelario como "personalidad bien integrada en el grupo", tendencia descrita por los sociólogos norteamericanos recientes (Riesman, Whyte, etc.). Es en todas partes el mismo proyecto de una reestructuración sin comunidad.

193. La cultura integralmente convertida en mercancía debe también pasar a ser la mercancía vedette de la sociedad espectacular. Clark Kerr, uno de los ideólogos más avanzados de esta tendencia, ha calculado que el complejo proceso de producción, distribución y consumo de los conocimientos acapara ya anualmente el 29 por 100 del producto nacional de los Estados Unidos; y prevé que la cultura debe tener en la segunda mitad de este siglo el rol motor en el desarrollo de la economía, que fue el del automóvil en su primera mitad, y el de los ferrocarriles en la segunda mitad del siglo precedente.

194. El conjunto de conocimientos que continúan desarrollándose actualmente como pensamiento del espectáculo debe justificar una sociedad sin justificaciones y constituirse en ciencia general de la falsa conciencia. Ella está enteramente condicionada por el hecho de que no puede ni quiere pensar su propia base material dentro del sistema espectacular.

195. El pensamiento de la organización social de la apariencia está él mismo oscurecido por la infra-comunicación generalizada que defiende. No sabe que el conflicto está en el origen de todas las cosas de su mundo. Los especialistas del poder del espectáculo, poder absoluto en el interior de su sistema de lenguaje sin respuesta, están absolutamente corrompidos por su experiencia del desprecio y del éxito del desprecio confirmada por el conocimiento del hombre despreciable que es realmente el espectador.

196. En el pensamiento especializado del sistema espectacular se opera una nueva división de tareas a medida que el perfeccionamiento mismo de este sistema plantea nuevos problemas: por un lado la crítica espectacular del espectáculo es emprendida por la sociología moderna que estudia la separación con la única ayuda de los instrumentos conceptuales y materiales de la separación; por otro lado la apología del espectáculo se constituye en pensamiento del no-pensamiento, en asalariado del olvido de la práctica histórica, en las diversas disciplinas donde arraiga el estructuralismo como olvido titulado. Por tanto, la falsa desesperación de la crítica no dialéctica y el falso optimismo de la simple publicidad del sistema son idénticos en tanto que pensamiento sometido.

197. La sociología que ha comenzado a poner en discusion, sobre todo en los Estados Unidos, las condiciones de existencia que entraña el desarrollo actual, aunque ha podido aportar muchos datos empíricos, no conoce de ningún modo la verdad de su propio objeto, porque no encuentra en sí misma la crítica que le es inmanente. De suerte que la tendencia sinceramente reformista de esta sociología no se apoya más que sobre la moral, el sentido común, los llamamientos a la mesura totalmente sin sentido, etc. Tal manera de criticar, como no conoce lo negativo que es el corazón de su mundo, no hace más que insistir en la descripción de una especie de excedente negativo que considera que le estorba deplorablemente en su apariencia exterior, como una proliferación parasitaria irracional. Esta buena voluntad indignada, que ni siquiera como tal consigue reprobar más que las consecuencias exteriores del sistema, se cree crítica olvidando el carácter esencialmente apologético de sus presuposiciones y de su método.

198. Quienes denuncian lo absurdo o los peligros de la incitación al despilfarro en la sociedad de la abundancia económica no saben para qué sirve el despilfarro. Condenan con ingratitud, en nombre de la racionalidad económica, a los buenos guardianes irracionales sin los cuales el poder de esta racionalidad económica se derrumbaría. Y Boorstein por ejemplo, que describe en La imagen el consumo mercantil del espectáculo americano, no alcanza a formular jamás el concepto de espectáculo porque cree poder dejar fuera de esta desastrosa exageración la vida privada, o la noción de "mercancía honesta". No comprende que la mercancía misma ha hecho las leyes cuya aplicación "honesta" debe dar lugar tanto a la realidad específica de la vida privada como su ulterior reconquista por el consumo social de imágenes.

199. Boorstein describe los excesos de un mundo que se nos ha vuelto extraño como excesos extraños a nuestro mundo. Pero la base "normal" de la vida social, a la cual se refiere implícitamente cuando califica el reino superficial de las imágenes en términos de juicio psicológico o moral como el producto de "nuestras pretensiones extravagantes", no tiene ninguna realidad ni en su libro ni en su época. Como la vida humana real de la que habla Boorstein se encuentra para él en el pasado, incluido el pasado de la resignación religiosa, no puede comprender toda la profundidad de una sociedad de la imagen. La verdad de esta sociedad no es otra cosa que la negación de esta sociedad.

200. La sociología que cree poder aislar del conjunto de la vida social una racionalidad industrial que funciona aparte puede llegar ya a aislar del movimiento industrial global las técnicas de reproducción y transmisión. Por eso Boorstein encuentra como causa de los resultados que describe la confluencia lamentable, casi fortuita, de un aparato técnico de difusión de imágenes demasiado grande y de una excesiva atracción de los hombres de nuestra época por lo seudo-sensacional. De este modo el espectáculo se debe al hecho de que el hombre moderno sería demasiado espectador. Boorstein no comprende que la proliferación de "pseudo-acontecimientos" prefabricados que él denuncia deriva del simple hecho de que los hombres, en la realidad masiva de la vida social actual, no viven por ellos mismos los acontecimientos. Es porque la historia misma acosa a la sociedad moderna como un espectro por lo que encontramos la seudo-historia construida en todos los niveles del consumo de la vida para preservar el equilibrio amenazado del actual tiempo congelado.

201. La afirmación de la estabilidad definitiva de un breve período de congelación del tiempo histórico es la base innegable, inconsciente y conscientemente proclamada, de la actual tendencia a una sistematización estructuralista. El punto de vista en que se sitúa el pensamiento anti-histórico del estructuralismo es el de la eterna presencia de un sistema que nunca fue creado y jamás tendrá fin. El sueño de la dictadura de una estructura previa inconsciente sobre toda praxis social ha podido ser abusivamente extraido de los modelos de estructuras elaborados por la lingüística y la etnología (ver el análisis del funcionamiento del capitalismo), modelos ya abusivamente comprendidos en sus circunstancias, simplemente porque un pensamiento universitario de cuadros medios, pronto colmados, pensamiento integralmente inmerso en el elogio maravillado del sistema existente, remite llanamente toda realidad a la existencia del sistema.

202. Como en toda ciencia social histórica, siempre es necesario tener en cuenta para la comprensión de las categorías "estructuralistas" que las categorías expresan formas de existencia y condiciones de existencia. Así como no se aprecia el valor de un hombre según el concepto que él tiene de sí mismo, no se puede evaluar - y admirar - esta sociedad determinada tomando como indiscutiblemente verídico el lenguaje que se habla a sí misma. "No se pueden considerar tales épocas de transformación según la conciencia que de ellas tiene la época; muy por el contrario, se debe explicar la conciencia recurriendo a las contradicciones de la vida material..." La estructura es hija del poder presente. El estructuralismo es el pensamiento garantizado por el Estado, que piensa las condiciones presentes de la "comunicación" espectacular como un absoluto. Su forma de estudiar el código de mensajes en sí misma no es sino el producto y el reconocimiento de una sociedad donde la comunicación existe bajo la forma de una cascada de señales jerárquicas. De forma que no es el estructuralismo quien sirve para probar la validez trans-histórica de la sociedad del espectáculo; por el contrario es la sociedad del espectáculo imponiéndose como realidad masiva la que sirve para probar el sueño frío del estructuralismo.

203. Sin duda, el concepto crítico de espectáculo puede ser también vulgarizado en cualquier fórmula vacía de la retórica sociológico-política para explicar y denunciar todo abstractamente y así servir a la defensa del sistema espectacular. Pues es evidente que ninguna idea puede llevar más allá del espectáculo existente, sino solamente más allá de las ideas existentes sobre el espectáculo. Para destruir efectivamente la sociedad del espectáculo son necesarios hombres que pongan en acción una fuerza práctica. La teoría crítica del espectáculo no es verdadera más que uniéndose a la corriente práctica de la negación de la sociedad, y esta negación, la recuperación de la lucha de la clase revolucionaria, llegará a ser consciente de sí misma desarrollando la crítica del espectáculo, que es la teoría de sus condiciones reales, de las condiciones prácticas de la opresión actual y desvela inversamente el secreto de lo que ella puede ser. Esta teoría no espera el milagro de la clase obrera. Considera la nueva formulación y la realización de las exigencias proletarias como una tarea de largo aliento. Para distinguir artificialmente entre lucha teórica y lucha práctica - ya que sobre la base aquí definida la constitución misma y la comunicación de tal teoría ya no puede concebirse sin una práctica rigurosa - es seguro que el encadenamiento oscuro y difícil de la teoría crítica deberá ser también la porción de movimiento práctico actuando a escala de la sociedad.

204. La teoría crítica debe comunicarse en su propio lenguaje. Es el lenguaje de la contradicción, que debe ser dialéctico en su forma como lo es en su contenido. Es crítica de la totalidad y crítica histórica. No es un "grado cero de la escritura", sino su inversión. No es una negación del estilo, sino un estilo de la negación.

205. Incluso en su estilo la exposición de la teoría dialéctica es un escándalo y una abominación según las reglas del lenguaje dominante y para el gusto que ellas han educado, porque en el empleo positivo de los conceptos existentes incluye a la vez la inteligencia de su fluidez recobrada, de su necesaria destrucción.

206. Este estilo que contiene su propia crítica debe expresar la dominación presente sobre todo su pasado. Por medio de él el modo de exposición de la teoría dialéctica da testimonio del espíritu negativo que hay en ella. "La verdad no es como el producto en el cual no se encuentra rastro alguno de la herramienta" (Hegel). Esta conciencia teórica del movimiento, en la que la huella misma del movimiento debe estar presente, se manifiesta por la inversión de las relaciones establecidas entre los conceptos y por el desvío de todas las adquisiciones de la crítica anterior. La inversión del genitivo es esta expresión de las revoluciones históricas, consignada en la forma del pensamiento que fue considerada como el estilo epigramático de Hegel. Preconizando la sustitución del sujeto por el predicado según el uso sistemático hecho por Feuerbach el joven Marx alcanzó el empleo más consecuente de este estilo insurreccional que de la filosofía de la miseria extrae la miseria de la filosofía. El desvío arrastra a la subversión las conclusiones críticas pasadas que se han fijado como verdades respetables, es decir, transformadas en mentiras. Kierkegaard ya lo empleó de modo deliberado, añadiéndole su propia denuncia: "Pero pese a tantas idas y venidas, así como la mermelada siempre va a parar a la despensa, siempre terminas deslizando algún dicho que no te pertenece y que inquieta por el recuerdo que despierta" (Migajas filosóficas). Es la obligación de la distancia hacia lo que ha sido falsificado como verdad oficial lo que determina este empleo del desvío, confesado así por Kierkegaard en el mismo libro: "Una única observación todavía a propósito de tus numerosas alusiones referentes todas al prejuicio de que yo mezclo a mis dichos conceptos prestados. No lo niego aquí ni ocultaré tampoco que esto era voluntario y que en una nueva continuación de este folleto, si alguna vez la escribo, me propongo llamar al objeto por su verdadero nombre y revestir el problema con una investidura histórica".

207. Las ideas se mejoran. El sentido de las palabras participa en ello. El plagio es necesario. El progreso lo implica. Da más precisión a la frase de un autor, se sirve de sus expresiones, elimina una idea falsa, la reemplaza por la idea justa.

208. El desvío es lo contrario de la cita, de la autoridad teórica falsificada siempre por el solo hecho de haberse convertido en cita; fragmento arrancado de su contexto, de su movimiento y finalmente de su época como referencia global y de la opción precisa que ella era en el interior de esta referencia, exactamente reconocida o errónea. El desvío es el lenguaje fluido de la anti-ideología. Aparece en la comunicación que sabe que no puede pretender que detenta ninguna garantía en sí misma y de modo definitivo. Es en el mayor grado el lenguaje que ninguna referencia antigua y supracrítica puede confirmar. Es por el contrario su propia coherencia, en sí misma y con los hechos practicables, la que puede confirmar el antiguo núcleo de verdad que transmite. El desvío no ha fundado su causa sobre nada exterior a su propia verdad como crítica presente.

209. Aquello que, en la formulación teórica, se presenta abiertamente como desviado, al desmentir toda autonomía durable de la esfera de lo teórico expresado, y haciendo intervenir por esta violencia la acción que trastorna y arrebata todo orden existente, recuerda que esta existencia de lo teórico no es nada en sí misma y no puede conocerse sino con la acción histórica y la corrección histórica que es su verdadera fidelidad.

210. Solamente la negación real de la cultura conservará su sentido. Ella ya no puede ser cultural. De tal forma que es lo que permanece, de alguna manera, al nivel de la cultura, aunque en una acepción diferente por completo.

211. En el lenguaje de la contradicción la crítica de la cultura se presenta unificada: en cuanto que domina el todo de la cultura - su conocimiento como su poesía - y en cuanto que ya no se separa más de la crítica de la totalidad social. Es esta crítica teórica unificada la única que va al encuentro de la práctica social unificada.

Guy Debord. La sociedad del espectáculo (7/9)



Capítulo 7. El acondicionamiento del territorio

"Y quien llega a ser Señor de una ciudad acostumbrada a vivir libre y al punto no la destruye, que tema ser destruido por ella, porque ésta tiene siempre por refugio en sus rebeliones el nombre de la libertad y sus viejas costumbres, las cuales ni por el paso del tiempo ni por beneficio alguno se olvidarán jamás. Y por más que se haga o se provea, si no se expulsa o dispersa a sus habitantes, estos no olvidarán en ningún momento ese nombre ni esas costumbres..."

(Maquiavelo, El Príncipe)

165. La producción capitalista ha unificado el espacio, que ya no está limitado por sociedades exteriores. Esta unificación es al mismo tiempo un proceso extensivo e intensivo de banalización. La acumulación de mercancías producidas en serie para el espacio abstracto del mercado, al mismo tiempo que debía romper todas las barreras regionales y legales y todas las restricciones corporativas de la edad media que mantenían la calidad de la producción artesanal, debía también disolver la autonomía y calidad de los lugares. Esta fuerza de homogeneización es la artillería pesada que ha derribado todas las murallas chinas.

166. Es para llegar a ser cada vez más idéntico a sí mismo, para aproximarse mejor a la monotonía inmóvil, para lo que el espacio libre de la mercancía es, a partir de ahora, incesantemente modificado y reconstruido.

167. Esta sociedad que suprime la distancia geográfica acoge interiormente la distancia en tanto que separación espectacular.

168. Subproducto de la circulación de mercancías, la circulación humana considerada como un consumo, el turismo, se reduce fundamentalmente al ocio de ir a ver aquello que ha llegado a ser banal. La organización económica de la frecuentación de lugares diferentes es ya por sí misma la garantía de su equivalencia. La misma modernización que ha retirado del viaje el tiempo le ha retirado también la realidad del espacio.

169. La sociedad que modela todo su entorno ha edificado su técnica especial para trabajar la base concreta de este conjunto de tareas: su territorio mismo. El urbanismo es esta toma de posesión del medio ambiente natural y humano por el capitalismo que, desarrollándose lógicamente como dominación absoluta, puede y debe ahora rehacer la totalidad del espacio como su propio decorado.

170. La necesidad capitalista satisfecha en el urbanismo, en tanto que congelación visible de la vida, puede expresarse - empleando términos hegelianos - como la predominancia absoluta de "la apacible coexistencia del espacio" sobre "el inquieto devenir en la sucesión del tiempo".

171. Si todas las fuerzas técnicas de la economía capitalista deben ser comprendidas como operantes de separaciones, en el caso del urbanismo se trata del equipamiento de su base general, del tratamiento del suelo que conviene a su despliegue; de la técnica misma de la separación.

172. El urbanismo es la realización moderna de la tarea ininterrumpida que salvaguarda el poder de clase: el mantenimiento de la atomización de los trabajadores que las condiciones urbanas de producción habían reagrupado preligrosamente. La lucha constante que ha debido sostenerse contra todos los aspectos de esta posibilidad de reunirse encuentra en el urbanismo su campo privilegiado. El esfuerzo de todos los poderes establecidos después de las experiencias de la Revolución francesa para acrecentar los medios de mantener el orden en la calle culminará finalmente en la supresión de la calle. "Con los medios de comunicación de masas que eliminan las grandes distancias el aislamiento de la población ha demostrado ser un modo de control mucho más eficaz", constata Lewis Mumford en La ciudad a través de la historia. Pero el movimiento general del aislamiento que es la realidad el urbanismo debe también contener una reintegración controlada de los trabajadores según las necesidades planificables de la producción y el consumo. La integración en el sistema debe recuperar a los individuos en tanto que individuos aislados en conjunto: tanto las fábricas como las casas de cultura, los pueblos de veraneo como "las grandes urbanizaciones" están especialmente organizados para los fines de esta seudo-colectividad que acompaña también al individuo aislado en la célula familiar: el empleo generalizado de receptores del mensaje espectacular hace que su aislamiento se encuentre poblado de imágenes dominantes, imágenes que solamente por este aislamiento adquieren su pleno poder.

173. Por primera vez una nueva arquitectura, que en cada época anterior estaba reservada a la satisfacción de las clases dominantes, se encuentra directamente destinada a los pobres. La miseria formal y la extensión gigantesca de esta nueva experiencia de hábitat proceden conjuntamente de su carácter de masa, que está implicado a la vez por su destinación y por las condiciones modernas de construcción. La decisión autoritaria, que ordena abstractamente el territorio en territorio de la abstracción, está evidentemente en el centro de estas condiciones modernas de construcción. La misma arquitectura aparece en todas partes donde comienza la industrialización de los países atrasados en este aspecto como terreno adecuado al nuevo género de existencia social que se trata de implantar allí. Tan claramente como en las cuestiones del armamento termo-nuclear o de la natalidad - donde se ha alcanzado la posibilidad de manipular la herencia - el umbral traspasado en el crecimiento del poder material de la sociedad y el retraso en la dominación consciente de este poder se despliegan en el urbanismo .

174. El momento actual es ya el de la autodestrucción del medio urbano. La explosión de las ciudades sobre los campos cubiertos por "masas informes de residuos urbanos" (Lewis Mumford) es presidida de forma inmediata por los imperativos del consumo. La dictadura del automóvil, producto-piloto de la primera fase de la abundancia mercantil, se ha inscrito en el terreno con la dominación de la autopista, que disloca los antiguos centros e impone una dispersión cada vez más pujante. Al mismo tiempo los momentos de reorganización inconclusa del tejido urbano se polarizan pasajeramente alrededor de "las fábricas de distribución" que son los gigantescos hipermercados edificados sobre un terreno desnudo, con un parking por pedestal; y estos templos del consumo precipitado están ellos mismos en fuga en el movimiento centrífugo que los rechaza a medida que se convierten a su vez en centros secundarios sobrecargados, porque han acarreado una recomposición parcial de la aglomeración. Pero la organización técnica del consumo no es más que el primer plano de la disolución general que ha llevado a la ciudad a autoconsumirse de esta manera.

175. La historia económica, que se ha desarrollado enteramente alrededor de la oposición ciudad-campo, ha alcanzado un momento de éxito que anula a la vez los dos términos. La parálisis actual del desarrollo histórico total en beneficio únicamente de la continuación del movimiento independiente de la economía hace del momento en que empiezan a desaparecer la ciudad y el campo, no la superación de su división, sino su hundimiento simultáneo. El desgaste recíproco de la ciudad y el campo, producto del decaimiento del movimiento histórico por el que la realidad urbana existente debería ser sobrepasada, aparece en esta mezcla ecléctica de sus elementos descompuestos que recubre las zonas más avanzadas de la industrialización.

176. La historia universal nació en las ciudades y llegó a su mayoría de edad en el momento de la victoria decisiva de la ciudad sobre el campo. Marx considera como uno de los mayores méritos revolucionarios de la burguesía el hecho de que "ha sometido el campo a la ciudad", cuyo aire emancipa. Pero si la historia de la ciudad es la historia de la libertad, lo ha sido también de la tiranía, de la administración estatal que controla el campo y la ciudad misma. La ciudad no ha podido ser hasta ahora más que el terreno de lucha por la libertad histórica, y no su posesión. La ciudad es el medio ambiente de la historia porque es a la vez concentración del poder social que hace posible la empresa histórica y la conciencia del pasado. La tendencia actual a la liquidación de la ciudad no hace en consecuencia más que expresar de otra manera el retraso de una subordinación de la economía a la conciencia histórica, de una unificación de la sociedad recuperando los poderes que se han separado de ella.

177. "El campo muestra justamente el hecho contrario, el aislamiento y la separación". (La ideología alemana). El urbanismo que destruye las ciudades reconstituye un seudo-campo, en el cual se han perdido tanto las referencias naturales del campo antiguo como las relaciones sociales directas y directamente puestas en cuestión de la ciudad histórica. Es un nuevo campesinado ficticio el que recrean las condiciones de hábitat y de control espectacular en el actual "territorio acondicionado": la dispersión en el espacio y la mentalidad limitada, que siempre han impedido al campesinado emprender una acción independiente y afirmarse como potencia histórica creadora, vuelven a caracterizar a los productores -el movimiento de un mundo que ellos mismos fabrican quedando tan completamente fuera de su alcance como lo estaba el ritmo natural de los trabajos para la sociedad agraria. Pero cuando este campesinado, que fue la base inmóvil del "despotismo oriental" y cuya misma dispersión llamaba a la centralización burocrática, reaparece como producto de las condiciones de crecimiento de la burocratización estatal moderna, su apatía ha de ser ahora históricamente fabricada y mantenida: la ignorancia natural ha hecho lugar al espectáculo organizado del error. Las "nuevas ciudades" del seudo-campesinado tecnológico inscriben claramente en el terreno la ruptura con el tiempo histórico sobre el cual fueron construidas; su divisa puede ser: "Aquí nunca ocurrirá nada y nunca ha ocurrido nada". Es muy evidente, debido a que la historia que debe librarse en las ciudades todavía no ha sido liberada, que las fuerzas de la ausencia histórica comienzan a componer su propio paisaje exclusivo.

178. La historia que amenaza a este mundo crepuscular es también la fuerza que puede someter el espacio al tiempo vivido. La revolución proletaria es esta crítica de la geografía humana a través de la cual los individuos y las comunidades deben construir los lugares y los acontecimientos que corresponden a la apropiación, no ya solamente de su trabajo, sino de su historia total. En este espacio movedizo del juego y de las variaciones elegidas del juego se puede reencontrar la autonomía del lugar sin reintroducir una vinculación exclusiva al suelo y con ello recobrar la realidad del viaje, y de la vida comprendida como un viaje que tiene en sí mismo todo su sentido.

179. La mayor idea revolucionaria referente al urbanismo no es ella misma urbanística, tecnológica o estética. Es la decisión de reconstruir íntegramente el territorio según las necesidades de poder de los Consejos de trabajadores, de la dictadura anti-estatal del proletariado, del diálogo ejecutorio. Y el poder de los Consejos, que no puede ser efectivo más que transformando la totalidad de las condiciones existentes, no podrá asegurarse una tarea menor si quiere ser reconocido y reconocerse a sí mismo en su mundo.

Guy Debord. La sociedad del espectáculo (6/9)



Capítulo 6. El tiempo espectacular

"No tenemos nada nuestro, salvo el tiempo, del que gozan hasta quienes no tienen morada"

(Baltasar GRACIÁN, El Cortesano)

147. El tiempo de la producción, el tiempo-mercancía, es una acumulación infinita de intervalos equivalentes. Es la abstracción del tiempo irreversible, en que todos los segmentos deben probar sobre el cronómetro su igualdad cuantitativa única. Este tiempo es, en toda su realidad efectiva, lo que es en su carácter intercambiable. En esta dominación social del tiempo-mercancía "el tiempo lo es todo, el hombre no es nada; a lo sumo es el esqueleto del tiempo" (Miseria de la Filosofía). Es el tiempo desvalorizado, la inversión completa del tiempo como "campo de desarrollo humano".

148. El tiempo general del no-desarrollo humano existe también bajo el aspecto complementario de un tiempo consumible que vuelve hacia la vida cotidiana de la sociedad, a partir de esta producción determinada, como un tiempo seudocíclico.

149. El tiempo seudo-cíclico no es de hecho más que el disfraz consumible del tiempo-mercancía de la producción. Contiene sus rasgos esenciales de unidades homogéneas intercambiables y de supresión de la dimensión cualitativa. Pero siendo el subproducto de este tiempo destinado al retraso la vida cotidiana concreta -y al mantenimiento de este retraso- debe cargarse de seudovalorizaciones y aparecer en una sucesión de momentos falsamente individualizados.

150. El tiempo seudocíclico es el del consumo de la supervivencia económica moderna, la supervivencia aumentada, donde lo vivido cotidiano queda privado de decisión y sometido ya no al orden natural, sino a la seudonaturaleza desarrollada en el trabajo alienado; y por tanto este tiempo reencuentra naturalmente el viejo ritmo cíclico que regulaba la supervivencia de las sociedades preindustriales. A la vez el tiempo seudocíclico se apoya sobre las huellas naturales del tiempo cíclico componiendo nuevas combinaciones homólogas: el día y la noche, el trabajo y el descanso semanales, el retorno de los períodos de vacaciones.

151. El tiempo seudocíclico es un tiempo que ha sido transformado por la industria. El tiempo que se basa en la producción de mercancías es él mismo una mercancía consumible, que reúne todo lo que antes se hallaba diferenciado, en la fase de disolución de la vieja sociedad unitaria, en vida privada, vida económica, vida política. Todo el tiempo consumible de la sociedad moderna viene a ser tratado como materia prima de nuevos productos diversificados que se imponen en el mercado como empleos del tiempo socialmente organizados. "Un producto que ya existe bajo una forma que somete lo propio al consumo puede sin embargo convertirse a su vez en materia prima de otro producto." ( El Capital ).

152. En su sector más avanzado, el capitalismo concentrado se orienta hacia la venta de bloques de tiempo "totalmente equipados", cada uno de los cuales constituye una sola mercancía unificada que ha integrado cierto número de mercancías diversas. Es así como puede aparecer en la economía en expansión de los "servicios" y entretenimientos la fórmula de pago calculado "todo incluido" para el hábitat espectacular, los seudodesplazamientos colectivos de las vacaciones, el abono al consumo cultural y la venta de la sociabilidad misma en "conversaciones apasionantes" y "encuentros de personalidades". Esta clase de mercancía espectacular, que evidentemente no puede tener curso más que en función de la penuria acrecentada de las realidades correspondientes, figura con la misma evidencia entre los artículos-piloto de la modernización de las ventas al ser pagable a crédito.

153. El tiempo seudocíclico consumible es el tiempo espectacular, a la vez como tiempo del consumo de imágenes, en el sentido restringido, y como imagen del consumo del tiempo en toda su extensión. El tiempo del consumo de imágenes, médium de todas las mercancías, es de modo implícito el campo donde se ejercen plenamente los instrumentos del espectáculo y el fin que estos presentan globalmente como lugar y como figura central de todos los consumos particulares: se sabe que el ahorro de tiempo buscado constantemente por la sociedad moderna - ya se trate de la velocidad en los transportes o del uso de las sopas en sobre - se traduce positivamente para la población de los Estados Unidos en el hecho de que la sola contemplación de la televisión le ocupa por término medio entre tres y seis horas diarias. La imagen social del consumo del tiempo, por su parte, está exclusivamente dominada por los momentos de ocio y de vacaciones, momentos representados a distancia y postulados como deseables como toda mercancía espectacular. Esta mercancía es aquí explícitamente dada como el momento de la vida real, cuyo retorno cíclico se trata de esperar. Pero incluso en estos momentos asignados a la vida sigue siendo todavía el espectáculo el que se deja ver y reproducir, alcanzando un grado más intenso. Lo que ha sido representado como la vida real se revela simplemente como la vida realmente espectacular.

154. Esta época, que se muestra a sí misma su tiempo como siendo esencialmente el retorno precipitado de múltiples festividades es igualmente una época sin fiesta. Lo que era en el tiempo cíclico el momento de participación de una comunidad en el gasto lujoso de la vida es imposible para la sociedad sin comunidad y sin lujo. Cuando sus seudofiestas vulgarizadas, parodias del diálogo y de la donación, incitan a un gasto económico adicional, sólo devuelven una decepción siempre compensada con la promesa de una nueva decepción. El tiempo de la supervivencia moderna debe alabarse en el espectáculo tanto más abiertamente cuanto que su valor de uso ha disminuido. La realidad del tiempo ha sido reemplazada por la publicidad del tiempo.

155. Mientras que el consumo del tiempo cíclico en las sociedades antiguas estaba en consonancia con el trabajo real de estas sociedades, el consumo seudocíclico de la economía desarrollada se encuentra en contradicción con el tiempo irreversible abstracto de su producción. En tanto que el tiempo cíclico era tiempo de la ilusión inmóvil, vivido realmente, el tiempo espectacular es el tiempo de la realidad que se transforma, vivido ilusoriamente.

156. Lo que es siempre nuevo en el proceso de producción de cosas no se reencuentra en el consumo, que sigue siendo el retorno ampliado de lo mismo. Puesto que el trabajo muerto continúa dominando el trabajo vivo, en el tiempo espectacular el pasado domina el presente.

157. Como otro aspecto en la deficiencia de la vida histórica general, la vida individual todavía no tiene historia. Los seudoacontecimientos que se presentan en la dramatización espectacular no han sido vividos por quienes han sido informados de ellos; y además se pierden en la inflación de su reemplazamiento precipitado a cada pulsación de la maquinaria espectacular. Por otro lado lo que ha sido realmente vivido no tiene relación con el tiempo irreversible oficial de la sociedad y está en oposición directa al ritmo seudocíclico del subproducto consumible de este tiempo. Esta vivencia individual de la vida cotidiana separada queda sin lenguaje, sin concepto, sin acceso crítico a su propio pasado que no está consignado en ninguna parte. No se comunica. Es incomprendida y olvidada en beneficio de la falsa memoria espectacular de lo no-memorable.

158. El espectáculo, como organización social presente de la parálisis de la historia y de la memoria, del abandono de la historia que se erige sobre la base del tiempo histórico, es la falsa conciencia del tiempo.

159. Para llevar a los trabajadores al estatuto de productores y consumidores "libres" del tiempo-mercancía la condición previa ha sido la expropiación violenta de su tiempo. El retorno espectacular del tiempo sólo ha llegado a ser posible a partir de esta primera desposesión del productor.

160. La parte irreductiblemente biológica que sigue presente en el trabajo, tanto en la dependencia de lo cíclico natural en la vigilia y el sueño como en la evidencia del tiempo irreversible individual del desgaste de una vida, se contemplan sólo como accesorios desde el punto de vista de la producción moderna; y como tales, estos elementos son desatendidos en las proclamas oficiales del movimiento de la producción y de los trofeos consumibles que son la traducción accesible de esta incesante victoria. Inmovilizada en el centro falsificado del movimiento de su mundo, la conciencia espectadora ya no distingue en su vida el pasaje hacia su realización y hacia su muerte. Quien ha renunciado a gastar su vida no tiene ya que reconocer su muerte. La publicidad de los seguros de vida le insinúa solamente que es culpable de morir sin haber asegurado la regulación del sistema después de esta pérdida económica; y la del american way of death insiste sobre su capacidad de mantener en este encuentro la mayor parte de las apariencias de la vida. Bajo el resto de bombardeos publicitarios está rotundamente prohibido envejecer. Se trataría de administrar cada uno en su caso un "capital-juventud" que, por haber estado mediocremente empleado, no puede sin embargo pretender adquirir la realidad durable y acumulativa del capital financiero. Esta ausencia social de la muerte es idéntica a la ausencia de la vida.

161. El tiempo es la alienación necesaria, como mostraba Hegel, el medio donde el sujeto se realiza perdiéndose, se transforma en otro para llegar a ser la verdad de sí mismo. Pero su contrario es justamente la alienación dominante, que es sufrida por el productor de un presente ajeno. En esta alienación espacial la sociedad que separa de raiz el sujeto de la actividad que le sustrae le separa en primer lugar de su propio tiempo. La alienación social superable es justamente la que ha prohibido y petrificado las posibilidades y los riesgos de la alienación viviente en el tiempo.

162. Bajo las modas aparentes que se anulan y recomponen en la superficie futil del seudotiempo cíclico contemplado, el gran estilo de la época es siempre el que está orientado por la necesidad evidente y secreta de la revolución.

163. La base natural del tiempo, el cálculo sensible del transcurso del tiempo, se vuelve humano y social al existir para el hombre . Es el estado limitado de la práctica humana, el trabajo en diferentes estadios, el que hasta ahora ha humanizado, y también ha deshumanizado, el tiempo como tiempo cíclico y tiempo separado irreversible de la producción económica. El proyecto revolucionario de una sociedad sin clases, de una vida histórica generalizada, es el proyecto de la descomposición de la medida social del tiempo en beneficio de un modelo lúdico de tiempo irreversible de los individuos y de los grupos, modelo en el cual están simultáneamente presentes tiempos independientes federados. Es el programa de una realización total en el entorno del tiempo del comunismo que suprime "todo lo que existe independientemente de los individuos".

164. El mundo posee ya el sueño de un tiempo cuya conciencia tiene ahora que poseer para vivirlo realmente.

Guy Debord. La sociedad del espectáculo (5/9)



Capítulo 5. Tiempo e historia

"Oh, caballeros, la vida es corta... Si vivimos, vivimos para marchar sobre la cabeza de los reyes."

(SHAKESPEARE, Enrique IV).

125. El hombre, "el ser negativo que es únicamente en la medida que suprime el Ser", es idéntico al tiempo. La apropiación por el hombre de su propia naturaleza es también su comprensión del despliegue del universo. "La historia misma es una parte de la historia natural, de la transformación de la naturaleza en hombre" (Marx). A la inversa esta "historia natural" no tiene existencia efectiva más que a través del proceso de una historia humana, de la única parte que reencuentra este todo histórico, como el telescopio moderno cuyo alcance recupera en el tiempo la fuga de las nebulosas en la periferia del universo. La historia ha existido siempre, pero no siempre bajo su forma histórica. La temporalización del hombre, tal como se efectúa por la mediación de una sociedad, equivale a una humanización del tiempo. El movimiento inconsciente del tiempo se manifiesta y deviene verdadero en la conciencia histórica.

126. El movimiento propiamente histórico, aunque todavía oculto, comienza en la lenta e insensible formación de "la naturaleza real del hombre", esta "naturaleza que nace en la historia humana - en el acto generador de la sociedad humana -", pero la sociedad que ya ha dominado una técnica y un lenguaje, aunque producto de su propia historia, no tiene otra conciencia que la de un presente perpetuo. Todo conocimiento, limitado a la memoria de los más ancianos, siempre es allí dirigido por los vivos. Ni la muerte ni la procreación son comprendidas como una ley del tiempo. El tiempo permanece inmóvil, como un espacio cerrado. Cuando una sociedad más compleja llega a tomar conciencia del tiempo su trabajo es sobre todo negarlo, pues lo que ve en el tiempo no es lo que pasa, sino lo que vuelve. La sociedad estática organiza el tiempo según su experiencia inmediata de la naturaleza en el modelo del tiempo cíclico.

127. El tiempo cíclico domina ya en la experiencia de los pueblos nómadas, porque se reencuentran ante las mismas condiciones en cada momento de su travesía: Hegel señala que "la errancia de los nómadas es solamente formal, puesto que se limita a espacios uniformes". La sociedad que al establecerse localmente da al espacio un contenido mediante el acondicionamiento de lugares individualizados se encuentra por ello encerrada en el interior de esta localización. El retorno temporal a lugares parecidos es ahora el puro retorno del tiempo en un mismo lugar, la repetición de una serie de gestos. El paso del nomadismo pastoril a la agricultura sedentaria es el final de la libertad perezosa y sin contenido, el comienzo del trabajo. El modo de producción agrario en general, dominado por el ritmo de las estaciones, es la base del tiempo cíclico plenamente constituido. La eternidad le es interior: es aquí abajo el retorno de lo mismo. El mito es la construcción unitaria del pensamiento que garantiza el orden cósmico entero alrededor del orden que esta sociedad ya estableció de hecho dentro de sus fronteras.

128. La apropiación social del tiempo, la producción del hombre por el trabajo humano, se desarrollan en una sociedad dividida en clases. El poder que se ha constituido por encima de la penuria de la sociedad del tiempo cíclico, la clase que organiza este trabajo social y se apropia la plusvalía limitada, se apropia igualmente la plusvalía temporal de su organización del tiempo social: posee para ella sola el tiempo irreversible de lo viviente. La única riqueza que puede existir concentrada en el sector del poder para ser materialmente derrochada en fiesta suntuaria se encuentra allí también gastada como dilapidación de un tiempo histórico de la superficie de la sociedad. Los propietarios de la plusvalía histórica poseen el conocimiento y el goce de los acontecimientos vividos. Este tiempo, separado de la organización colectiva del tiempo que predomina con la producción repetitiva de la base de la vida social, fluye por encima de su propia comunidad estática. Es el tiempo de la aventura y de la guerra, donde los dueños de la sociedad cíclica recorren su historia personal; y es igualmente el tiempo que aparece en el choque entre comunidades diferentes, la perturbación del orden inmutable de la sociedad. La historia surge pues ante los hombres como un factor extraño, como aquello que no han querido y contra lo que se creían protegidos. Pero por este desvío vuelve también la inquietud negativa de lo humano, que había estado en el origen mismo de todo el desarrollo que se había adormecido.

129. El tiempo cíclico es en sí mismo el tiempo sin conflicto. Pero el conflicto se instala en esta infancia del tiempo: la historia lucha ante todo por ser historia en la actividad práctica de los amos. Esta historia crea superficialmente a partir de lo irreversible; su movimiento constituye el tiempo mismo que éste consume en el interior del tiempo inconsumible de la sociedad cíclica.

130. Las "sociedades frías" son las que han ralentizado en extremo su parte de historia; las que han mantenido en un equilibrio constante su oposición al entorno natural y humano y sus oposiciones internas. Si la extrema diversidad de las instituciones establecidas para este fin testimonia la plasticidad de la autocreación de la naturaleza humana, este testimonio no aparece de manera evidente más que para el observador exterior, para el etnólogo que vuelve desde el tiempo histórico. En cada una de estas sociedades una estructuración definitiva ha excluido el cambio. El conformismo absoluto de las prácticas sociales existentes con las que se encuentran identificadas para siempre todas las posibilidades humanas no tiene otro límite exterior que el temor de volver a caer en la animalidad sin forma. Aquí, para permanecer en lo humano los hombres deben permanecer iguales a sí mismos.

131. El nacimiento del poder político, que parece estar en relación con las últimas grandes revoluciones de la técnica, como la fundición del fuego en el umbral de un periodo que no conocerá más trastornos en profundidad hasta la aparición de la industria, es también el momento que comienza a disolver los lazos de consanguinidad. Desde entonces la sucesión de generaciones sale de la esfera del puro ciclo natural para devenir acontecimiento orientado, sucesión de poderes. El tiempo irreversible es el tiempo del que reina; y las dinastías son su primera medida. La escritura es su arma. En la escritura el lenguaje alcanza su plena realidad independiente de mediación entre las conciencias. Pero esta independencia es idéntica a la independencia general del poder separado como mediación que constituye la sociedad. Con la escritura aparece una conciencia que ya no es llevada y transmitida en la relación inmediata de los vivos: una memoria impersonal, que es la de la administración de la sociedad. "Los escritos son los pensamientos del estado; los archivos su memoria." (Novalis).

132. La crónica es la expresión del tiempo irreversible del poder y también el instrumento que mantiene la progresión voluntarista de este tiempo a partir de su trazado anterior, pues esta orientación del tiempo debe derrumbarse con la fuerza de cada poder particular; recayendo en el olvido indiferente del único tiempo cíclico conocido por las masas campesinas que, en el desplome de los imperios y de sus cronologías, no cambian jamás. Los poseedores de la historia han asignado al tiempo un sentido: una dirección que es también una significación. Pero esta historia se despliega y sucumbe en parte; deja inmutable la sociedad profunda ya que ella es justamente lo que permanece separado de la realidad común. Es por esto que la historia de los imperios de Oriente connota para nosotros la historia de las religiones: estas cronologías convertidas en ruinas sólo han dejado la historia aparentemente autónoma de las ilusiones que las envolvían. Los amos que detentan la propiedad privada de la historia, bajo la protección del mito, la detentan ellos mismos en primer lugar bajo la forma de la ilusión: en China y en Egipto tuvieron durante mucho tiempo el monopolio de la inmortalidad del alma; así también sus primeras dinastías reconocidas son la organización imaginaria del pasado. Pero esta posesión ilusoria de los amos es también toda la posesión posible en este momento de una historia común y de su propia historia. La ampliación de su poder histórico efectivo va acompañada de una vulgarización de la posesión mítica ilusoria. Todo esto deriva del simple hecho de que sólo en la medida en que los amos se encargaron de garantizar míticamente la permanencia del tiempo cíclico, como en los ritos estacionales de los emperadores chinos, pudieron liberarse relativamente de él.

133. Cuando la seca cronología sin explicación del poder divinizado hablando a sus servidores, que no quiere ser comprendida sino como ejecución terrestre de los mandamientos del mito, puede ser superada y convertida en historia consciente, es menester que la participación real en la historia haya sido vivida por grupos extensos. De esta comunicación práctica entre aquellos que se reconocen como poseedores de un presente singular, que han experimentado la riqueza cualitativa de los acontecimientos como su actividad y el lugar en que habitaban -su época- nace el lenguaje general de la comunicación histórica. Aquellos para quienes ha existido el tiempo irreversible descubren en él a la vez lo memorable y la amenaza del olvido: "Herodoto de Halicarnaso presenta aquí los resultados de su investigación, para que el tiempo no borre los trabajos de los hombres..."

134. El razonamiento sobre la historia es, inseparablemente, razonamiento sobre el poder. Grecia fue ese momento en que el poder y su transformación se discuten y se comprenden, la democracia de los amos de la sociedad. Allí se daba lo inverso de las condiciones conocidas por el Estado despótico, donde el poder nunca arregla sus cuentas más que consigo mismo en la inaccesible oscuridad de su punto más concentrado: por la revolución de palacio, cuyo triunfo o fracaso ponen igualmente fuera de discusión. Sin embargo, el poder repartido de las comunidades griegas no existía sino en el consumo de una vida social cuya producción quedaba separada y estática en la clase servil. Sólo aquellos que no trabajan viven. En la división de las comunidades griegas y en la lucha por la explotación de las ciudades extranjeras se ha exteriorizado el principio de la separación que fundaba interiormente cada una de ellas. Grecia, que había soñado la historia universal, no logró unirse ante la invasión; ni siquiera unificar los calendarios de sus ciudades independientes. En Grecia el tiempo histórico se hizo consciente, pero no consciente de sí mismo todavía.

135. Tras la desaparición de las condiciones localmente favorables que habían conocido las comunidades griegas la regresión del pensamiento histórico occidental no ha ido acompañada de una reconstitución de las antiguas organizaciones míticas. Con el choque entre los pueblos del Mediterráneo en la formación y el hundimiento del Estado romano aparecieron religiones semi-históricas que pasaban a ser los factores fundamentales de la nueva conciencia del tiempo y la nueva armadura del poder separado.

136. Las religiones monoteístas han sido un compromiso entre el mito y la historia, entre el tiempo cíclico dominando todavía la producción y el tiempo irreversible en que se enfrentan y recomponen los pueblos. Las religiones surgidas del judaísmo son el reconocimiento universal abstracto del tiempo irreversible que se encuentra democratizado, abierto a todos, pero en lo ilusorio. El tiempo todo se orienta hacia un único acontecimiento final: "El reino de Dios está cerca." Estas religiones nacieron sobre el suelo de la historia y allí se establecieron. Y aún se mantienen allí en oposición radical con la historia. La religión semi-histórica establece un punto de partida cualitativo en el tiempo, el nacimiento de Cristo, la huida de Mahoma, pero su tiempo irreversible -al introducir una acumulación efectiva que en el Islam podría tomar la figura de una conquista o en el cristianismo de la Reforma la de un acrecentamiento del capital- se invierte de hecho en el pensamiento religioso como una cuenta regresiva: la espera, en el tiempo que disminuye, del acceso al otro mundo verdadero, la espera del Juicio final. La eternidad salió del tiempo cíclico. Es su más allá. Es el elemento que introduce la irreversibilidad del tiempo, que suprime la historia en la historia misma, colocándose como puro elemento puntual en que el tiempo cíclico ha vuelto a entrar y es abolido del otro lado del tiempo irreversible. Bossuet dirá todavía: "Y por medio del tiempo que pasa entramos en la eternidad que no pasa".

137. La edad media, ese mundo mítico inconcluso que tenía su perfección fuera de él, es el momento en que el tiempo cíclico, que rige todavía la parte principal de la producción, es realmente corroído por la historia. Se reconoce una cierta temporalidad irreversible a todos individualmente en la sucesión de las edades de la vida, en la vida considerada como un viaje, un paso sin retorno por un mundo cuyo sentido está en otra parte: el peregrino es el hombre que sale de este tiempo cíclico para ser efectivamente ese viajero que cada uno es como signo. La vida histórica personal encuentra siempre su cumplimiento en la esfera del poder, en la participación en las luchas emprendidas por el poder y en las luchas por la disputa del poder; pero el tiempo irreversible del poder está dividido hasta el infinito, bajo la unificación general del tiempo orientado de la era cristiana, en un mundo de la confianza armada, donde el juego de los amos gira alrededor de la fidelidad y de la contestación de la fidelidad debida. Esta sociedad feudal, nacida del choque entre "la estructura organizativa del ejército conquistador tal como se desarrolló durante la conquista" y "las fuerzas productivas encontradas en el país conquistado" (La ideología alemana) - y es preciso considerar su lenguaje religioso en la organización de estas fuerzas productivas - ha dividido la dominación de la sociedad entre la Iglesia y el poder estatal, a su vez subdividido en las complejas relaciones de señorío y vasallaje de las tenencias territoriales y de las comunas urbanas. En esta diversidad de la vida histórica posible, el tiempo irreversible que comportaba inconscientemente la sociedad profunda, el tiempo vivido por la burguesía en la producción de mercancías, la fundación y la expansión de las ciudades, el descubrimiento comercial de la tierra - la experimentación práctica que destruye para siempre toda organización mítica del cosmos - se reveló lentamente como el trabajo desconocido de la época cuando la gran empresa histórica oficial de este mundo fracasó con las Cruzadas.

138. Al declinar la Edad Media el tiempo irreversible que invade la sociedad se experimenta por la conciencia vinculada con el antiguo orden bajo la forma de una obsesión por la muerte. Es la melancolía de la disolución de un mundo, el último en que la seguridad del mito equilibraba todavía la historia; y para esta melancolía todo lo terrestre se encamina solamente hacia su corrupción. Las grandes revueltas de los campesinos de Europa son también su intento de responder a la historia que les arrancaba violentamente del sueño patriarcal que había garantizado la tutela feudal. Es la utopía milenarista de la realización terrenal del paraíso, en la que vuelve al primer plano lo que estaba en el origen de la religión semihistórica, cuando las comunidades cristianas, como el mesianismo judaico del que provenían, en respuesta a los problemas y a la desdicha de la época, esperaban la realización inminente del reino de Dios y añadían un factor de inquietud y de subversión en la sociedad antigua. Habiendo llegado a compartir el poder en el imperio, el cristianismo desmintió en su momento como simple superstición lo que subsistía de esta esperanza: tal es el sentido de la afirmación agustiniana, arquetipo de todos los satisfecit de la ideología moderna, según la cual la Iglesia establecida era desde hacía mucho tiempo ese reino del que se había hablado. La revuelta social del campesinado milenarista se define naturalmente en primer lugar como una voluntad de destrucción de la Iglesia. Pero el milenarismo se despliega en el mundo histórico y no sobre el terreno del mito. Las esperanzas revolucionarias modernas no son, como cree mostrar Norman Cohn en La persecución del milenio, secuelas irracionales de la pasión religiosa del milenarismo. Todo lo contrario, es el milenarismo, lucha de clase revolucionaria hablando por última vez el lenguaje de la religión, el que constituye ya una tendencia revolucionaria moderna a la que falta todavía la conciencia de no ser histórica. Los milenaristas tenían que fracasar porque no podían reconocer la revolución como su operación propia. El hecho de que esperasen para actuar un signo exterior de la decisión de Dios es la traducción en el pensamiento de una práctica en la que los campesinos sublevados siguen a jefes armados fuera de ellos mismos. La clase campesina no podía alcanzar una conciencia justa del funcionamiento de la sociedad y de la forma de llevar su propia lucha: debido a que le faltaban esas condiciones de unidad en su acción y en su conciencia expresó su proyecto y condujo sus guerras según la imaginería del paraíso terrestre.

139. La nueva posesión de la vida histórica, el Renacimiento, que encuentra en la antigüedad su pasado y su derecho, lleva consigo la ruptura gozosa con la eternidad. Su tiempo irreversible es el de la acumulación infinita de conocimientos, y la conciencia histórica surgida de la experiencia de las comunidades democráticas y de las fuerzas que las destruyen volverá a tomar con Maquiavelo el razonamiento sobre el poder desacralizado, a decir lo indecible del Estado. En la vida exhuberante de las ciudades italianas, en el arte de las fiestas, la vida se conoce como un goce del paso del tiempo. Pero este goce del pasar debería ser él mismo pasajero. La canción de Lorenzo de Médicis, considerada por Buckhardt como la expresión "del espíritu mismo del Renacimiento", es el elogio que esta frágil fiesta de la historia ha pronunciado sobre sí misma: "Qué bella es la juventud - que se va tan deprisa."

140. El movimiento constante de monopolización de la vida histórica por el Estado de la monarquía absoluta, forma de transición hacia la dominación completa de la clase burguesa, hace aparecer en su verdad lo que es el nuevo tiempo irreversible de la burguesía. Es al tiempo de trabajo, por primera vez librado de lo cíclico, al que la burguesía está ligada. El trabajo se ha convertido con la burguesía en trabajo que transforma las condiciones históricas. La burguesía es la primera clase dominante para quien el trabajo es un valor. Y la burguesía que suprime todo privilegio, que no reconoce ningún valor que no derive de la explotación del trabajo, ha identificado precisamente con el trabajo su propio valor como clase dominante y ha hecho del progreso del trabajo su propio progreso. La clase que acumula las mercancías y el capital modifica continuamente la naturaleza modificando el trabajo mismo, desencadenando su productividad. Toda la vida social se ha concentrado ya en la pobreza ornamental de la Corte, atavío de la fría administración estatal que culmina en el "oficio de rey"; y toda libertad histórica particular ha debido consentir su pérdida. La libertad del juego temporal irreversible de los feudales se consumió en sus últimas batallas perdidas con las guerras de la Fronde o el levantamiento de los escoceses en favor de Carlos Eduardo. El mundo ha cambiado de base.

141. La victoria de la burguesía es la victoria del tiempo profundamente histórico, porque es el tiempo de la producción económica que transforma la sociedad de modo permanente y de arriba a abajo. Durante tanto tiempo como la producción agraria sigue siendo el trabajo principal, el tiempo cíclico que continúa presente en el fondo de la sociedad sostiene las fuerzas coaligadas de la tradición, que van a frenar el movimiento. Pero el tiempo irreversible de la economía burguesa extirpa estas supervivencias en toda la extensión del mundo. La historia que había aparecido hasta entonces como el movimiento de los individuos de la clase dominante únicamente, y por tanto escrita como historia de acontecimientos, es ahora comprendida como el movimiento general, y en este severo movimiento los individuos son sacrificados. La historia que descubre su base en la economía política conoce ahora la existencia de lo que era su inconsciente, pero sigue no obstante sin poder sacarlo a la luz. Es solamente esta prehistoria ciega, una nueva fatalidad que nadie domina, lo que la economía mercantil ha democratizado.

142. La historia que se halla presente en toda la profundidad de la sociedad tiende a perderse en la superficie. El triunfo del tiempo irreversible es también su metamorfosis en tiempo de las cosas, porque el arma de su victoria ha sido precisamente la producción en serie de objetos según las leyes de la mercancía. El principal producto que el desarrollo económico ha hecho pasar de la rareza lujosa al consumo corriente ha sido por tanto la historia, pero solamente en tanto que historia del movimiento abstracto de las cosas que domina todo uso cualitativo de la vida. Mientras que el tiempo cíclico anterior había sostenido una parte creciente de tiempo histórico vivido por algunos individuos y grupos, la dominación del tiempo irreversible de la producción tiende a eliminar socialmente este tiempo vivido.

143. De este modo la burguesía ha hecho conocer y ha impuesto a la sociedad un tiempo histórico irreversible, pero negándole su uso. "Hubo historia, pero ya no", porque la clase de los poseedores de la economía, que no puede romper con la historia económica, debe también rechazar como una amenaza inmediata todo otro empleo irreversible del tiempo. La clase dominante, compuesta por especialistas de la posesión de las cosas que son ellos mismos, por esa razón, una posesión de cosas, debe unir su suerte al mantenimiento de esta historia reificada, a la permanencia de una nueva inmovilidad en la historia. Por primera vez el trabajador, en la base de la sociedad, no es materialmente extraño a la historia ya que ahora la sociedad se mueve irreversiblemente por su base. En la reivindicación de vivir el tiempo histórico que hace el proletariado encuentra éste el simple centro inolvidable de su proyecto revolucionario; y cada una de las tentativas de ejecución de este proyecto aniquiladas hasta ahora marca un punto de partida posible de la nueva vida histórica.

144. El tiempo irreversible de la burguesía dueña del poder comenzó por presentarse bajo su propio nombre, como un origen absoluto, el año I de la República. Pero la ideología revolucionaria de la libertad general que había abatido los últimos restos de organización mítica de los valores y toda reglamentación tradicional de la sociedad permitía ver ya la voluntad real que había vestido a la romana: la libertad de comercio generalizada. La sociedad de la mercancía, descubriendo entonces que debía reconstruir la pasividad que le había sido necesario sacudir fundamentalmente para establecer su propio reino puro, "encuentra en el cristianismo con su culto al hombre abstracto... el complemento religioso más conveniente" (El Capital). La burguesía ha concluido entonces con esta religión un compromiso que se expresa también en la presentación del tiempo: abandonando su propio calendario su tiempo irreversible vuelve a amoldarse a la era cristiana cuya sucesión continúa.

145. Con el desarrollo del capitalismo el tiempo irreversible se ha unificado mundialmente. La historia universal llega a ser una realidad, ya que el mundo entero se reúne bajo el desarrollo de ese tiempo. Pero esta historia que es la misma en todas partes a la vez no es todavía otra cosa que la negación intra-histórica de la historia. Es el tiempo de la producción económica, recortado en fragmentos abstractos iguales, que se manifiestan sobre todo el planeta como el mismo día. El tiempo irreversible unificado es el del mercado mundial, y corolariamente el del espectáculo mundial.

146. El tiempo irreversible de la producción es en primer lugar la medida de las mercancías. Así que el tiempo que se afirma oficialmente en toda la extensión del mundo como el tiempo general de la sociedad, no significando más que los intereses especializados que lo constituyen no es más que un tiempo particular.